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miércoles, 25 de mayo de 2022

Mientras me violaba, en mi mente yo solo le deseaba la muerte, jamás se la había deseado a nadie pero sus gruñidos al metérmela me causaban asco, era como un animal en pleno apareamiento sin tanto razonamiento, solo el desear copular a su hembra y ya. No le importaba si me estaba lastimado o si era consensuado. 


Cada metida me lastimaba, no estaba para nada lubricada lo cual era horrible. Me dolía y solo podía gritar de dolor hasta que lo hartaba y era cuando ponía sus manos sobre mi boca. 

Mordía la palma de su mano pero no parecía funcionar en absoluto, creo que eso lo ponía más caliente y empezaba a penetrarme con el doble de fuerza, solo quería que acabara para que no siguiera ya follándome, pero él seguía y seguía...
Me cogía de frente, de lado y también de espaldas, le gustaba cambiar de posiciones y gruñir como cavernícola, su pene estaba muy duro como roca, era tanta la fricción que hería mi entrada vaginal.

Dejó de cogerme y pude sentir un alivio inmediato aunque el futuro era jodidamente incierto, se quedó recostado un rato sobre la cama y yo no podía moverme; no sé si del miedo o el cansancio mental de todo lo que había estado sucediendo, no dije nada y él tampoco dijo nada...Cuando estaba por salir de mi estado de shock para intentar huir, él me sujeta fuerte del cuello y empieza a asfixiarme.


Y otra vez me folla y esta vez más asqueroso aún, mete su lengua dentro de mi boca dejándome un mal sabor. Pero eso no era todo, se levantó para quedarse de rodilla obligándome a chupársela.


No recuerdo con exactitud cuánto fue el tiempo en el que estuvo metiéndome su pene en mi boca pero era desagradable al punto de causarme arcadas del asco que me estaba produciendo.

Ese asqueroso sabor salado es el que sí puedo recordar, después de no sé cuánto tiempo dejó de hacerlo, agradezco no haya eyaculado en mi boca ya que odio vomitar y eso me lo provocaría sin poderlo evitar. 

Volvió a recortarse a mi lado y yo solo deseaba dormir.

-Mapachita



jueves, 12 de mayo de 2022

Lo conocí por una estúpida red social, no perdía nada en aventurarme a una nueva relación después de haberla cagado con el último. Es decir, era un buen tipo, sin embargo, algo demasiado cursi y eso no iba conmigo, a menos eso pensaba. Y lo deseché, algo muy habitual en mí.

Con esta nueva conquista todo parecía ir normal, salimos como unas 7 u 8 veces seguidas en las cuales no hubo nada de acción, no fue problema para mí porque no sentía nada  de urgencia, a veces es bueno ir conociendo poco a poco a las personas antes de cruzar esa línea ya que suele perderse la magia o la expectativa si se genera en un abrir y cerrar de ojos.


Me llevaba 6 años, era alto, no era delgado pero tampoco obeso, su cabello muy arreglado, ojos color marrón y una enorme sonrisa, de esas que te hacen dudar de sus intenciones y eso es lo que genera un tipo de adicción hacia las personas. Y touché. 


Todas sus actitudes llevaban a que yo me interesara más en él hasta el grado de sentir necesidad de su presencia en casi todo momento. No podría explicar exactamente su comportamiento, solo puedo decir que tenía ese factor de convencimiento tanto en sus palabras como en todas sus acciones. 



Y es que era tanta su seguridad y fortaleza que empezaba por desearlo más y más y mucho más, era un hombre bien hecho. Varonil y con esos aires de ser inalcanzable, supongo que eso era lo que me atraía. 



Y aunque mencioné que me era difícil describirlo podría hablar más de ello, pero vamos al grano…



Un viernes por la noche pasó por mí y nos fuimos a cenar, bebimos unos tragos y todo parecía ir normal. Después de cenar nos fuimos hacia su apartamento y al entrar como es común hacerlo fui analizándolo y viendo cada una de las cosas que tenía, y mi conclusión fue: o era un tipo muy ordenado o eso quiso aparentar.


Mientras estaba yo sirviéndome un vaso con agua sentí sus dedos deslizándose por mis piernas, de abajo hacia arriba, me tomó de sorpresa su acción y sin voltear a verlo bebí un sorbo de agua mientras solté una risilla traviesa.


Esa risilla traviesa no duraría por mucho.



No pude dar un segundo sorbo al agua porque ese cabrón me atacó por detrás, puso un cinto sobre mi cuello y mi garganta se cerró, por ende, mi respiración fallaba, y en ese momento lo único que pasaba por mi cabeza es que iba a morir y ya no quedaba nada más por hacer.  Solo esperar. Pero mi respiración volvía lentamente, pues el cinto iba aflojándose poco a poco. 



¿A qué juega ese bastardo? Primero intenta matarme y después regresarme la esperanza a la vida.  ¿Estará bien de sus facultades? Intento correr ya una vez teniendo la posibilidad de moverme; uno por instinto busca la manera de sobrevivir y ese era el momento preciso para huir, pero él me detiene sujetando el cinto con fuerza, usándolo como correa y en ese instante caigo al suelo, de espaldas.


Veo como se empieza a acercar a mí y cuando comienzo a gritar pidiendo ayuda, él de su bolso saca un trapo y lo inserta dentro de mi boca, yo no puedo hacer nada porque su mano derecha sujeta mis ambas muñecas. Una vez que termina con lo del trapo vuelve a sacar algo más y esta vez es una cinta, como si de una película de secuestro se tratara. Me gira de modo que quede boca abajo y así poder encintar mis manos detrás de mi espalda. 



¿Pueden imaginarme? Boca abajo mordiendo un trapo y sin poder moverme porque mis manos están atadas con una cinta mientras solo pienso en qué será lo que sigue con ese hombre que creía diferente y ahora sé que es un enfermo y puede ser capaz de todo, como de ¡¡MATARME!!!. Agonizo en llanto tratando de que alguien me escuche mientras grito con la boca llena y solo me lastimo donde mis mandíbulas están más abiertas de lo habitual y al soltar un grito los músculos se ven afectados por la fuerza que se genera.


Lo escucho reír sutilmente, parece que disfruta el ver mis fallidos intentos de pedir ayuda, quizá porque sabe que nadie me puede escuchar o puede que el verme en esa situación tan inferior donde él tiene total control se la ponga dura.


Empieza a acariciar mis manos hasta subir por toda la cinta la cual está mucho antes de que llegue a tocar mis codos. Sus manos me perturban. No puedo patalear porque él está sobre mí inmovilizándome. Acaricia mis piernas por un largo tiempo, se sitúa en mis chamorros apretándolos con mucha fuerza, yo en vez de gritar pareciera que gimo fuerte, pero es por el trapo que inunda mi boca. Y cuando estuve a punto de tirarlo fuera él ha puesto una tira de cinta sobre mi boca para evitar que lo hiciera. Se tiene que estar enfermo para semejante acción. Le detesto, ya no lo veo igual a como días anteriores. Me ha decepcionado, jamás pensé que pasaría de su ‘’cita’’ a su víctima. 



Después de divertirse un rato con mis pantorrillas puso cinta sobre mis tobillos para inmovilizarme aún más de lo que ya estaba. Ahora era un hecho que por completo no iba poder moverme, estaba completamente a su merced. Mis esperanzas se disipan por completo, así que no me queda más que esperar.


Esa incomodidad de llevar vestido y no tener el control de mi cuerpo era denigrante, empezaba a sentirme que no valía nada, que lo peor aún no sucedía y estaba por suceder.


Su mano pasó de mis pies hasta mi ropa interior hundiéndose por debajo de mis calzoncillos y empezó a masturbarme. Yo solo gritaba y pataleaba pero era inútil hacerlo, mi grito era incapaz de salir, se queda dentro y mis piernas solo hacían sonar la cinta que las ataba. Después de jugar con mi vagina y sus dedos, esa humedad la deslizó por mis muslos, me da igual si era para limpiarse o por simple gusto de hacerme saber que había obtenido algo de mis jugos vaginales. Sentía un asco total ante tan aberración de su parte.


Después de eso no recuerdo algo adicional solo estar sola en mi bañera bajo el agua caliente y es cuando empiezo a observar las marcas y mi mente parece no querer recordar más. 





-Mapachita


 

miércoles, 26 de septiembre de 2018


PARTE II

Bajo candado permanecía dentro de mi departamento escuchando una de las magníficas composiciones de Chopin, me sentía extasiado mientras observaba la figura de Irene sobre la alfombra, estaba hecha mierda. Me he tirado a su hija y ahora también a ella, ¿quién iba decirlo? Soy afortunado, me la he rifado como el hdp que soy y eso hasta cierto punto me enorgullece. Después de haber irrumpido en su departamento a follarme a su niñita he sentido cómo una fuerza en mí se ha apoderado, fue una puerta hacia un potencial de violencia sexual con el que he vivido reprimido pero hoy me siento libre y durante la mañana he aprovechado la oportunidad de que la hija ha salido a la escuela e Irene se había quedado en casa sin ir a trabajar, estuve muy al pendiente desde temprano, pues no había podido conciliar el sueño de tanto imaginar perversidades; la invité a casa a beber una taza de café para charlar, no se imaginó que mis intereses realmente eran otros, tal vez sí pero no a tal grado ni mucho menos con semejante violencia. Terminando el café hice lo incorrecto, a menos para el resto, porque no para mí. 
La golpeé con la taza en la cabeza pero no fue suficiente, así que la bofeteé con dureza para que quedara semi inconsciente, la ve que estuve en su apartamento robé el uniforme de su hija que más de universidad parecía de colegiala de bachillerato, no era el único conjunto que había así que qué más daba tomarlo, en ese momento no supe ni por qué lo hice pero ahora pensándolo mejor sí que funcionaría. 
Le quité la ropa para ponerle la de su hija, se veía preciosa con uniforme, la llevé a la cama y me excité al levantarle la faldita para follarla como perra en celo, la até de las manos mientras la penetraba fuertemente, poco a poco comencé a sentirla más húmeda lo cual me volvía aún más loco.

Quedó desnuda completamente en un abrir y cerrar de ojos, la dominé por completo al tiempo en que me daba su cálida espalda, suave como el algodón, mordía cada centímetro de ella y jadeaba de deseo y dolor. Cansado de tal posición la acomodé de lado y continué penetrándola, la sensación era alucinante, tanto que quería eyacular pero esperé, en momentos paraba y después continuaba haciéndola mía, era un maravilloso espectáculo, tirándome a la buena de mi vecina, aquella que parecía inalcanzable por tan sofisticada que se veía pero ahora era mía al igual como ya lo había sido su hija. Preciosas las dos; quejumbrosas pero suertudas al tenerme a mí de amante llenándolas de satisfacción. 

Se lo hice en la cama, en el suelo, en el sofá, mantenía controlado mi pulso, mi respiración, no quería acabar tan rápido porque me encanta disfrutar cada segundo y cada respiro desde su nariz y aliento.
Cada movimiento, cada gesto, cada reproche, cada beso, todo me parecía perfecto, mi pene estaba caliente de tanta fricción junto a su vagina, el sudor caía por mi rostro, sus lágrimas mojaban sus ojos, y solo quería venirme ya, empaparle su cara o venirme dentro, cualquier opción era buena. 

No sé si era solo mi imaginación o era una magnífica realidad pero parecía estar gozando. Siempre he creído que una violación comienza algo violenta para la víctima pero está en ella que siga siendo incómoda, dolorosa, terrible u optar por disfrutarla, porque es un placer que nos brindó la naturaleza, no tiene que ser tan malo y su cara me lo demostraba, sus jadeos pasaron a ser gemidos y su vagina estaba súper lubricada; ya no mordía mis labios al besarla, creo que sí era ya un hecho de que me estaba gozando como yo estaba gozándola a ella. Y ahí estaba disfrutándolo Irene, mi delicioso postre después de que su hija fue mi cena. 

-Mapachita

lunes, 3 de septiembre de 2018

Mi nombre es Javier y me encanta el porno…


Veía demasiada pornografía en mi tiempo libre, era excitante verle las caras a las actrices mientras eran penetradas por sus parejas, observar cada facción de ellas, escuchar cada gemido salir de sus tensas bocas y notar cómo sus pezones cambiaban de color de acuerdo a su excitación; al principio eran grandes y claros para después contraerse y oscurecerse, era ahí donde imaginaba mis dientes acechándolos, quería comerlos y percibir su textura con mi lengua y dientes.
 

Mi vecina estaba preciosa, la fantaseaba todas mis noches vistiendo lencería en tono rojo chillante, la idealizaba entre las sábanas de mi cama como también entre mis piernas haciéndome un oral, era casi de mi edad, tenía unos 42 años pero se mantenía en forma al igual que yo, intercambiábamos miradas y una que otra palabra en los pasillos del edificio, cuando compartíamos el elevador me la comía con la mirada y parecía no incomodarle, quizá porque ella sabía que era guapa y a eso uno se acostumbra.
A solas le dedicaba mis orgasmos, quería desvestirla y llenarle el cuerpo de esperma.

Me gustaba la pornografía donde podía verlas suplicar por su libertad, en donde el control lo tenía el hombre, con sus bocas cerradas sin poder hablar, siendo maltratadas como si solo se tratasen de un objeto sexual, un simple cuerpo a disposición de un hombre hambriento de lujuria, cada vez tenía más ganas de hacerlo realidad, debía tomar ya la iniciativa pero el miedo o la timidez me lo impedía.


Fue aquel 27 de Julio que por primera vez no la vi a solas, iba con una adolescente de unos 17 o 18 años, ¡vaya sorpresa! Era muy hermosa, quedé perplejo, las saludé amablemente y me la presentó como su hija, ahora iba vivir con ella. Me contó que antes era con su padre con quien vivía y no con Irene, su madre, nos despedimos y quedé satisfecho de poder saludarlas pues no tenía mucha comunicación con mi vecina pero no pude ignorarlas, lucían tan bellas y moría de ganas por probarlas, aunque fuera solo a una de ellas. Ya no sabía si era Irene o su hija quien me motivaba más para víctima de mis deseos carnales. Pasaba más tiempo masturbándome solo imaginando situaciones sexuales. Era momento de actuar.

Una noche decidí afrontar ese maldito sentimiento de ganas e ira, salí de mi habitación y me dirigí hacia casa de Irene, toqué la puerta en tres ocasiones hasta que pude ver como la puerta estaba a punto de abrirse, mi corazón palpitaba rápidamente, ya no sabía que se suponía que debería de decir, me arrepentí en ese momento pero era demasiado tarde, abrió la hija. 

Pregunté por su madre, respondió que no estaba que probablemente tardaría en regresar pero que ella le avisaría que pasé a buscarla, su carita radiaba inocencia y ternura, me la quería comer, deseaba palparla e introducirle todo mi pene sin piedad alguna. “Hoy o nunca” me dije, así que entré aceleradamente y cerré la puerta colocándole el seguro, ella gritó e intentó huir de mí pero fue en vano puesto que la alcancé a tomar del cabello, la giré hacia mi rostro y observé su miedo, me acerqué a su boca para morder sus labios tono rosado al natural, le ordené que no gritara y que hiciera todo lo que yo le fuese pidiendo porque si no me obedecía podría golpearla demasiado al grado que perdiera sus signos vitales y no era un puto juego. Lucía tan inofensiva que facilitaría las cosas, supuse inmediatamente que no me delataría ni causaría algún otro problema, le pedí fríamente se hincara mientras me desabrochaba la cremallera del pantalón, mi pene estaba realmente erecto, su mirada reflejaba temor pues sabía lo que estaba esperando de su boca, no quería hacerlo y yo moría por sentir su lengua y sus labios rodear mi glande y después comerse el resto.

Y lo hizo, era fascinante la sensación de que estuviera lamiéndome al momento en que sus lágrimas caían por sus rojizas mejillas, estaba cumpliendo mis órdenes, no porque quisiera sino porque no tenía otra opción mejor y eso me encantaba. Le pedí se dirigiera a su recámara a gatas y la seguí, entramos y la acosté sobre la alfombra, quise que siguiera devorándome. Tantas habían sido mis fantasías que debía aprovechar el momento, por segundos me preocupaba de que Irene irrumpiera en el departamento estropeando nuestro momento placentero, entonces debía apurarme y a la vez no quería.



El tiempo era un factor muy importante, sabía que era un iluso si me disponía a cumplir la mayoría de fantasías que había pasado por mi mente en mis tiempos de holgazanería en un determinado tiempo, entonces la arrojé hacia la cama, la puse de espaldas y para pronto la despojé de sus prendas como de las mías, había llegado el momento de penetrarla , entró en seco, no estaba lubricada y se notaba en la fricción y el dolor que se presentaba pero el simple hecho de saber que la estaba lastimando me provocaba más, se lo hice con lozanía y ella no paraba de quejarse y sus quejidos eran alimento para saciar mi perversidad, estaba al tope, quería eyacular, realmente no me sentía lleno, aún estaba ese vacío acechándome pero era peligroso pasar más tiempo ahí en casa de Irene, decidí terminar y me vine dentro, su vagina ardía y yo estaba perdido en ese efímero orgasmo, mismo que esta vez no había sido impulsado por una estúpida masturbación y el porno de a casi diario. Me vestí, le aconsejé se vistiera de prisa y cerrara su boca a menos que yo le pidiera se hincara entre mis piernas. Regresé a mi habitación a ducharme y a volver a fantasear, esta hambre no había aún acabado, al parecer apenas estaba por comenzar.

-Mapachita

miércoles, 15 de agosto de 2018

Y sobre la cama él me poseía de una manera casi indescriptible, podía sentir sus testículos generar un rebote contra mis genitales lo cual me prendía como si de estopa estuviera hecha y sus movimientos cerillos fueran; mordisqueaba mis orejas, mis mejillas y en ocasiones mis hombros, los cuales se estremecían del dolor que sus dientes les generaban; volteaba a ver su rostro pues estaba sobre mí mientras le daba la espalda, sus ojos reflejaban una enorme ira, un deseo parecido al del asesino frente a su víctima, ¡y me encantaba ser su víctima!, cada vez me penetraba más duro y mis gemidos se hacían más profundos.  
Paró de embestirme y me llevó fuera de la cama, sin cuestionar introdujo su pene dentro de mi boca y comenzó a penetrarme oralmente, no podía controlar el ritmo, él tenía el dominio de su miembro y de mi boca, la metía cuantas veces deseaba, casi no podía manejar la succión ni mi lengua para poder hacerle el mejor oral de su puñetera vida, puesto que lo hacía demasiado rápido, aún así lo disfruté, su pene era desmesuradamente apetecible al contacto de mis labios y mi saliva, saliva que escurría para después caer sobre mis pechos mismos que se percibían hinchados y enrojecidos, realmente antojables, no podría mentirles. Tan solo imaginen mis pezones endurecidos, unos pechos suaves, bonitos, llenos de fluidos... 
Su excitación era ya demasiada que no quiso eyacular sobre mi boca así que se quitó para posteriormente tomarme del cuello, acercarse por mi espalda y penetrarme una vez más, sentía sus labios sobre mi cuello y su mano tratándome de ahorcar, perdía el aliento, se me nublaba la vista, y él no dejaba de aparearme, perdí un poco el conocimiento y fue entonces, que se dispuso a arrojarme hacia la cama para seguir haciéndomelo y eyacular en mis nalgas.

-Mapachita



martes, 24 de julio de 2018

Fantasía lésbica
PARTE II. (PARTE I)

Sentí cómo estaba humedeciéndome al imaginarme cosas que necesitaba que pasaran, entonces dejé de imaginar, volví a centrarme en su voz, a tomar el hilo de lo que platicaba, me noté interesada, asentía a lo que decía y en un momento paró de hablar, me ofreció agua y tomé su oferta. Se dirigió hacia la salida de su cuarto, observé detalladamente sus calcetas y piernas traseras.

Si tan solo fuera tan fácil de tomarla por atrás y besarle el cuello, si tan solo pudiera ser más impulsiva y jalarla del cabello, pero si hiciera eso posiblemente fracasaría en mi intento de seducirla, sería muy extraño y la asustaría, ¡Coño!, no podía parar a mis sucios pensamientos. Regresó con el agua, tomé el vaso y al pasar de los minutos, fingí que el agua se me tiraba sobre la blusa. 

Debido a lo mojado, me quité la blusa dejando al descubierto mi sostén y mi busto, ella se sonrojó y percibí su mirada sobre ellos a la vez que apartaba la mirada, ella estaba sonrojada, era más que seguro que sí le gustaba así que solo pude  sonreír apenada.

Muy en el fondo sabía que ella no se atrevería a tener algo qué ver conmigo, observé su cuerpo unos 10 segundos y entonces miré sus ojos, ambas sabíamos de la presencia de nuestra atracción, cerré la puerta con seguro y me dirigí hacia ella. La volteé y la empiné un poco, le hice el cabello hacia un lado para besarle por completo el cuello trasero, ella jadeaba, no me puso ningún “pero”, entonces seguí mi juego. 
Le besé los labios, su boca estaba húmeda y caliente, quité su indumentaria para dejarla completamente desnuda, ella temblaba, no la veía muy segura de sí pero el control ya lo tenía yo, no había vuelta atrás…  acaricié su clítoris, metí mis dedos en su vagina, estaba muy estrecha lo cual me excitó demasiado, no aguanté más y entonces bajé hacia su vulva y empecé a lamerla delicadamente, embriagándome de tu sabor vaginal. Lo estaba gozando, era algo nuevo para ella y lloraba de excitación al mismo tiempo en que gemía y me pedía más. Percibía sus contracciones vaginales, su impregnación, su energía. Subí hacia su boca, la besé durante el tiempo en que ella probaba su acuosidad sexual desde mi saliva. Estábamos completamente desnudas, tocando nuestras siluetas que hervían de pecar, de hacer lo incorrecto, de violar la moral y, sin embargo, era delicioso hacerlo. 
Acariciaba sus pechos diminutos, quería tirarla a la cama pero nos recostamos sobre el sofá, nos besamos demasiado con unas ganas incontrolables, ella estaba exageradamente extasiada, supongo que igual que yo, la crucé entre mis piernas para movernos deliberadamente y hacer que nuestros clítoris se presionaran con el ritmo  corporal, era todo un deleite, su cara empapada de sudor enrojecida por el fervor, su cabello mojado, sus pezones erectos y más la sensación de nuestras partes juntándose entre sí, era muy placentero, estaba a punto de llegar el orgasmo cuando pude sentir que ella brotaba en orgasmos y eyaculación, me puso demasiado, no dudé en dejarme ir e inundarme también, seguramente nuestros gemidos traspasaron la puerta de lo fuerte que fueron, lamí su cara para saborear su sudor y mordí sus labios para que sangraran, meramente por salvajismo y control. 


-Mapachita

miércoles, 30 de mayo de 2018

Fantasía lésbica
PARTE I.
Me había gustado desde que la vi, su cabello era sedoso, sus manos pequeñas y una sonrisa que me llevaba a imaginármela riendo sobre mis sábanas. Quería tocarle las tetas sobre la blusa y percibir esos gemidos ocasionados por el placer de mis manos y el cosquilleo de mi lengua. Era demasiado excitante y a la vez inocente, a sus 15 años ¿qué podía tener de experiencias sexuales?, si aún ni entraba a la prepa.  Le llevaba tres años y muy apenas hablábamos, yo suponía gustarle y quizá era eso la razón por la que empezaba a fantasear con ella; seamos realistas, siempre estamos fantaseando en busca de nuevas experiencias y más si nos sentimos deseados por los demás.
Ideaba mis labios junto a los de ella, ambas besándonos sintiendo ligeramente nuestras lenguas al tiempo en que mis dedos se entrelazaban en su cabello y sus manos rodeaban mi cintura. Deseaba tenerla. Un par de noches me recosté sobre la cama, la inventaba en mi cabeza, veía cómo sus manos acariciaban mis pezones y mientras lo creía yo me masturbaba, me acariciaba el clítoris mientras me mordía los labios de tan extasiada que estaba.
Fui a su casa a pasar solo a saludarla, puesto que vivía a solo unas cuadras, me inventé un motivo, creí sería buena idea llevarle un trozo de pastel, su madre me dejó entrar y me dirigió hacia la recámara de su hija, ella se levantó de la cama y me saludó con gusto, tenía cuadernos tirados, un plato de comida, servilletas sucias, realmente un desorden de puberta.  Nos saludamos de beso y su mamá pasó a retirarse, me senté en un pequeño sofá junto a su cama y ella alegremente me contaba algunas situaciones que había recién tenido y sonreía; como lo dije antes, me parecía exageradamente linda, vi como sus piernas me invitaban a acariciarlas y al subir la mirada notaba su falda a cuadros, tenía ganas de quitársela y perderme en su ropa interior, saborear lo que había ahí en su centro de vida, recorrer lo que nadie aún recorría para después deshacerme de toda su ropa, moría horriblemente por estar sobre ella, besarle toda, probarla entera, masturbarla con delicadeza, ya no sabía lo que decía, cada instante la escuchaba menos, estaba perdida fantaseando con ella, pensando en hacerla mía, quitarle la inocencia, mojarme con ella, más que fantasía ya era una puta urgencia…

-Mapachita