El papá de Armando
parte I.
Las arrugas de su cara delataban la gran edad pero, de la misma forma también su madurez y experiencia. Su sonrisa me enloquecía, el sonido de su voz me dominaba, sus gruesos dedos me estremecían y amaba cada parte de él, necesitaba sentir su piel. Una vez lo seguí hasta el baño, no cerró con seguro la puerta así que pude colarme y coloqué candado. Me observaba impactado y sin saber qué hacer, sus manos seguían sobre su cinto que estaba por bajarse cuando yo lo interrumpí, en ese momento pensé que igual y me hubiera esperado 2 segundos más antes de aparecerme ante sus verdes ojos así lo tendría ya listo para mí, sin nada sobre sus genitales, solo bastaría acercarme para sujetarla con mis manos pero no, ahora tenía que hacer ese trabajo extra y no sabría en ese momento si cedería. Me acerqué y retrocedió, me abrí la camisa para que viera mis pechos con el sujetador rojo pasión, obviamente le distraje y cuando menos lo pensó, ya mis manos jugaban con su pene, no tuvo elección, pude sentir su preseminal así que eso me calentó más, le traía tantas ganas al papá de mi amigo que bajé la tapa del baño y lo senté sobre esta, me bajé los pantalones color beige sacándolos aceleradamente de mis piernas y pies para después aventarlos hacia un lado, abrí mis piernas y poco antes de sentarme sobre él hice a un lado mi ropa interior para comenzar con la penetración, ¡Uff!, era tanta la fricción que gemí inmediatamente, bajaba y subía con una intensidad feroz, por fin estaba haciendo mi fantasía realidad, mis pechos caían con fuerza cada vez que bajaba, lo besaba en la boca y nuestras lenguas generaban un choque y me volvía a excitar más, ambas manos sujetaban mis glúteos y yo empezaba a sentir los músculos de mis piernas calentándose pero seguí follándomelo y era una delicia cuando introducía su dedo medio dentro de mi ano mientras mordía mis pezones y más cuando su lengua topaba en mi garganta. Me animaba más a seguir moviéndome sin importan cuán cansada estaba, él era todo lo que requería para quitarme de una vez las ganas que habían estado por mucho tiempo acumuladas.
-Mapachita
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