Maggy
Ella era muy
tímida, cursaba apenas segundo de preparatoria, no tenía amigos ni siquiera un
novio con quien pasar tiempo libre e intercambiar caricias, no era que no
quisiera, era normal que se sintiera atraída ya por los hombres, sin embargo,
le era imposible atreverse a entablar una comunicación con ellos, les miraba de
lejos y deseaba mínimo tomarles de la mano, caminar por la calle, el bosque, el
parque o simplemente tener una tarde echados en la cama disfrutando de una
película o lo bello que sería el mirarse entre ellos. Deseos tan lejanos a
convertirse en una realidad, bien sabía que sus fantasías no sucederían.
Llegaba a casa para hacer sus tareas de la escuela, comía y salía a dar una
vuelta al parque cercano a su casa, a veces solo caminaba dando círculos, otras
ocasiones le apetecía sentarse en una banca a reflexionar sobre su aburrida
vida o ver a la gente pasar.
Un martes al
salir de casa e ir hacia esa banca que frecuentaba, notó como una pareja
disfrutaba de su amor, al principio solo eran besos muy suaves y románticos,
pero su pasión fue aumentando, sus lenguas se enlazaban con demasiada fuerza y
las manos del chico acariciaban la entrepierna de su novia. Fue ahí donde la niña
tierna y solitaria deseó con demasiadas ganas poder probar un poco de eso. Se
marchó de ahí con la mente inquieta.
Al día siguiente
se despertó justo al sonar el despertador, al sentir húmeda su vagina se
sorprendió así que decidió pasar sus dedos entre sus piernas para asegurarse de
aquello que no podía aún creer. Efectivamente, estaba mojada. Se le vinieron
recuerdos de lo soñado y suspiró excitada.
La mañana estaba
un poco fría, se desnudó para darse una ducha y al salir del baño con la toalla
enredada a su cuerpo notó como su tío el cual le llevaba 20 años más, la miraba
con ojos de lujuria desde la sala. Ella quitó la mirada sobre él y huyó rápido
a su recámara en donde el uniforme le esperaba sobre la cama, su falda de
cuadros, camisa, ropa interior y unas blancas calcetas. En la cocina le
aguardaba el almuerzo, apenada saludó a su tío sin dirigirle la vista, no había
un vínculo estrecho puesto que llevaban años sin verse y justamente ese
amanecer él recién llegaba a casa de su hermana para saludarla y pedirle el
poder quedarse en su vivienda durante unos días mientras encontraba un apartamento
para vivir.
Poco antes de
terminar el almuerzo, la madre de Maggy le pidió al tío llevar a su sobrina a
la escuela, ya que iba apurada hacia su trabajo y tenía que irse ya. Aceptó con
tal amabilidad que la mamá se fue tranquila.
Maggy pasó al
baño para cepillarse los dientes y al salir no se percató que su falda se había
quedado atrapada entre sus bragas por el lado trasero. Pasó a tomar su mochila
y en eso su tío entró y con su mano derecha la agarró por atrás para acomodarle
su uniforme. La piel se le erizó y al voltearse asustada, su tío la tomó de su
espalda acercándola hacia él, Maggy podía sentir la erección de su tío y solo
le dijo, -No…, con un tono de inocencia y temor.
Intentó
separarse de él por el hecho de que era su familia y estaba incorrecto acceder
a sus perversiones pero él era mucho más fuerte que ella. Le levantó la faldita
del uniforme y sobre su ropa interior pasó sus dedos para excitarla, lo cual
logró, le pasó la lengua por su carita de niña inocente y al momento de que la
besó sus dedos entraron en su vagina, gimió con un poco de dolor a pesar de que
ya estaba lubricada, jamás le habían introducido nada ni acariciado sus partes,
Maggy era virgen como era de suponerse y era el momento de cambiar eso.
Se besaron hasta
que sus labios se cansaron. Cómo le excitaba al tío meterle a su sobrina toda
la lengua acariciándole su cuerpo de apenas 14 años, estaba más duro de lo
normal. Maggy realmente estaba gozando ese momento pues eran sensaciones nuevas
para ella, él la desnudó por completo para después hincarla y hacerla lamer su
grande miembro con una nula experiencia. Parecía atragantarse pero seguía
obedeciendo conforme al movimiento de la pesada mano sobre su cabellera.
Su tío la agarró
con fuerza para besarla nuevamente y rozar con sus dientes esos pequeños
pezones erectos, bajó hacia su vulva y se embriagó de esos fluidos vaginales de
su sobrina, no pasó más tiempo para que por primera vez penetraran a la dulce
Maggy. Le abrió sus piernas para meterle su pene, el cual estaba ya muy erecto,
tardó en entrar y ella gemía de placer al sentir tanta fricción dentro de su
vagina que comenzaba a abrirse permitiendo el paso de un miembro muy grueso.
Intentó hacerlo muy despacio pero una vez que le entró todo, se volvió agresivo
hasta hacerla sangrar; no era solo un
himen roto sino también heridas; grietas que tardaron un par de días en sanar.
Y en el instante
en que sentía terminar, le dio con más fuerza eyaculando dentro de ella.
-Mapachita
No hay comentarios:
Publicar un comentario