El papá de
Armando
Parte III.
Ernesto, padre
de mi amigo Armando solía marcarme a
altas horas de la noche mientras su esposa dormía y yo tenía que mantenerme
despierta para poder escucharlo, decía que me quería y le encantaría pasar una
tarde conmigo, solo nosotros dos, me contó que su esposa saldría un fin de
semana a visitar a sus padres y él por el trabajo no podría acompañarla así que
era una oportunidad perfecta para llevarme a su casa, pero pensé en Armando,
mencioné que sería un problema arriesgarnos tanto puesto que podría darse
cuenta de lo que estábamos haciendo. Al final de la conversación dijo que se
encargaría de él, no lograría molestarnos en nuestro encuentro sexual y tarde
de romance. Le envié miles de besos y colgamos…
Al principio era
una atracción meramente sexual pero conforme lo seguía viendo y más uníamos
nuestros cuerpos, surgía algo especial, así que empecé a verlo de una manera
distinta, me gustaba demasiado y podría decirse también, que lo quería por más
cursi que resulte ser.
No sé, pero
Armando estaba más interesado en mí que lo que era normal, me invitaba a salir,
venía a casa, me contaba cosas personales y cumplía ciertos caprichos que yo
tenía, estaba confundida porque ese olor del perfume de su padre penetraba en
mi mente dando lugar a un anclaje; a recordar y pensar en Ernesto quien olía
igual. Y bien saben que el olfato tiene gran impacto en nosotros como seres
vivos. Es por eso que ciertas veces soñaba con
Armando, otras con su padre, pero de algo estaba segura y era que quien
me tenía completamente loca, era Ernesto. Amaba las líneas que contorneaban sus
gruesos labios, sus manos toscas y su mente sucia, ¿a quién no le gustan sucios
en la cama?, estaba endiosada con todo lo que me daba en cuanto a
satisfacciones sexuales. El fin de semana se acercaba y Armando quería que
fuera a su casa, no pude darle una falsa y alargada excusa, solo le dije que no
tenía ganas.
Ernesto había
planeado darle dinero a su hijo para que saliera con sus amigos a donde
quisiera y mantenerlo lejos de mí y de su propia casa, fue buena idea, pensé.
Pasó por mí, nos dirigimos directamente a su recámara para comenzar a tocarnos.
Me embriagué de su saliva, lo besé empapada en deseo, sentía el cosquilleo
entre mis piernas, lugar donde sus dedos preparaban ya su guarida, me subió
sobre él quitando la blusa para besarme los pezones, delicioso momento estaba
saboreando, podía percibir su excitación desde sus pantalones, me meneaba una y
muchas más veces, a pesar de que no estábamos desnudos, nuestros sexos sentían
la fricción, lo tenía muy duro y seguía moviéndome forzando mi pelvis contra
él, mi mente se ahogaba en pensamientos indecentes. Nuevamente su olor me
seducía, besaba su cuello, su boca, mojé sus dedos con mis labios mientras
miraba sus ojos, ambos estábamos en un círculo de inmoralidad pero era el mejor
libertinaje, al menos lo era para mí.
Era gustoso
sentirlo sobre mis hombres, llenándome de calor con su aliento y respiración
agitada, me sujetaba el cabello para saborearme el cuello sin que estos
estorbasen. -¿Quieres que te la meta, mi
amor? Me dijo con ese tono de voz que hace que me moje, no pude contestarle ya
que los ruidos provenientes de la sala sugerían que Armando se encontraba en
casa…
-Mapachita
Hola corina, me alegro por lo bien que le va a tu blog, espero que continue asi. Te queria recordar que tu entrevista en mi blog supero el record de visitas. Aceptarias una segunda??
ResponderEliminar