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sábado, 9 de septiembre de 2017

El papá de Armando
Parte final (IV)

-Guarda silencio mi amor, me susurró Ernesto un poco asustado. De estar excitada pasé rápidamente a sentirme nerviosa, aseguraba que Armando su hijo se daría cuenta y le contaría todo a su madre, se enfadaría conmigo y lo peor de todo era que no iba a volver a ver a Ernesto, estaba completamente lunática por él. Ernesto salió de la recámara y escuché cómo le hablaba enfadado a su hijo, quien recién llegaba, estaba echándolo de la casa, pronto noté el porqué de su gran enfado, pues Armando había llegado borracho a hacer algo de escándalo en la sala, claro, además porque le convenía que se volviera a ir pero no pudo con él así que Ernesto regresó conmigo, me contó que él se había ido a su cuarto, que seguramente caería como piedra y la razón por la que había regresado era porque había peleado con uno de sus amigos. Yo no me sentía cómoda al estar en la casa de mi amigo teniendo encuentros con su padre estando los dos ahí,no estaba segura de que pudiéramos seguir con lo nuestro y le pedí me llevara a casa o que mejor, me diera algo de pasta para coger un taxi y poder llegar a mi casa pero él prefirió llevarme antes que tomar un taxi e ir con un “desconocido”, celoso se había vuelto Ernesto conmigo a menos eso creía.

Llegué a casa, no había nadie y la locura de Ernesto hizo que entráramos juntos a la fuerza, me llevó hacía mi cama, me tiró sobre ella, lograba percibir su furia y desespero por hacerme suya, me despojó de mis ropas, quitó mis bragas y estremecí el sentirlo entre mis piernas, hundió su lengua en mi vagina pero como si de tiempo se tratara, pasó a penetrarme, así, sin más. Como si estuviera molesto o frustrado me hizo garras, en vez de besos eran mordidas y en vez de romance, solo era sexo animal.
No se vino sobre mi cara ni mis hermosos pechos, los expulsó dentro de mí, quedó exhausto, me hizo a un lado e intentó dormir unos minutos. Escuché que tocaban a la puerta principal y me  coloqué una bata que tenía colgada a la vista con la cual dormía por las noches, salí de mi recámara, y por la ventana vi que estaba el carro de Armando aparcado justo detrás del de su padre, al primer pensamiento supe que en ese momento él ya lo sabía todo. No quise abrir la puerta pero como no estaba cerrada con seguro por la prisa en la que habíamos entrado a causa de las ganas de Ernesto; se abrió, ahí estaba Armando, borracho y enfocado en mí. No mencioné nada, se abalanzó a mi cuerpo y me sentó en el sofá, quise escapar de sus brazos y de su boca, la cual desprendía un olor a cigarro y alcohol. Pero no pude, me besó el cuello, sobre la bata sus manos deleitaban mis curvas e hizo que le tocara su pene y me forzó a quitarle el pantalón, lo hice. Me sentía asustada. Empujó mi cabeza entre sus piernas, de pronto, mi boca se encontraba llena, empecé a succionarlo recibiendo el movimiento de su mano sobre mí. Ernesto salió de la recámara, estaba desconcertado, en eso Armando notó su presencia y le generó una gran confusión, puesto que no había notado con anterioridad el carro de su padre afuera de la casa y Ernesto molesto le exigió que siguiera forzándome a darle sexo oral a quien era su hijo, Armando hizo caso, no sé si era el alcohol lo que le producía la irracionalidad o que eran un par de enfermos, pero en el caso de Ernesto ¿Realmente qué sucedía con él?, volteé a verlo y se estaba masturbando mientras nos miraba, me pareció perturbador y enfermizo, empezó por acercarse y me tomó del cabello para llevarme nuevamente a la recámara junto con Armando, ahora los tenía a los dos ahí, justo delante de mí, semidesnudos, con sus miembros de fuera ganosos de mi cuerpo, lucían eufóricos, chorreaban de pre seminal y sus miradas me penetraban seductoramente… se acercaron a mí y empezaron a tocarme, me llenaban de su saliva y sus aromas, sentía que uno mordía mis pezones mientras el otro acariciaba mis nalgas, querían follarme y mis sensaciones eran ambiguas. Me dejé llevar cuando Ernesto lamía mis labios vaginales al momento en que Armando metía su dedo en mi ano, se sentía demasiado delicioso que solo me solté. Después de manosearnos, Ernesto me atragantaba con su pene y Armando me penetraba enérgicamente, mi vagina ardía y mi mandíbula se tensaba cada vez más. Entonces dejé de comérmela toda y me giré, estaba sobre Armando quien seguía dándome muy duro, su padre se acomodó por detrás para metérmela por el ano y antes de hacerlo pasó su lengua para que hubiera lubricación al embestirme, grité cuando por fin entró después de varios intentos pero los dedos de armando sobre mi clítoris hicieron que lo disfrutase todo por completo, eran tantos los efectos provocados que jadeé de orgasmo tras otro orgasmo que juré, lo volvería a repetir cuantas veces me dieran ganas.
-Mapachita


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