Nadie como tú mi amor, que apagabas las ganas, esas que queman, que
arden, que pellizcan, que dan cosquillas; desesperan, frustran, nos rompe hasta
hacernos llorar, son ganas que duelen cuando sabemos perfectamente que nadie
hará nada por saciar nuestros antojos, pues estamos solos, es un hecho, una
maldita realidad. Realidad que a veces nos lleva tiempo aceptar.
Permaneces tan duro, fuerte, sucio, antojable; perfecto para quitarse
las buenas intenciones queriendo probar de las malas. Que aún no acabas de una
estampida cuando ya estás listo por comenzar otra y yo lista ahí para recibir todas tus descargas. Llenas de
fuerza, masculinidad, pasión, desenfreno, enojo, rabia, llenas de ira enfermiza.
Tal y como me excita, exactamente y como me
fascina.
Mis pezones tentados a jugar con tu lengua, y es que no hay mayor
placer que el jugueteo de tu boca en las partes más sensibles de mi cuerpo;
senos, cuello, labios, mi vulva, mis piernas…Soy toda tuya mi amor, aquí me
tienes, cada vez más húmeda…aunque sé que ya no estás y ni señales de que
llegues, eso me duele.
Me toco a solas, tu recuerdo es el único consuelo, nos imagino juntos,
como lo era antes, malditas y deliciosas sensaciones pasionales…te requiero, justo ahora, frente o detrás, no
importa, sólo tómame, disfrútame, maltrátame, enloquéceme, muérdeme, es más
¡mátame si quieres! que dolerá menos a lo que ya me dueles…
No hay comentarios:
Publicar un comentario