Te veo y es como si te conociera de toda la vida, sí, sé que suena
demasiado cliché y qué, es exactamente como en realidad me pasa.
Calmas mis emociones, las acentúas, vaya, las equilibras, y es bonito
sentirse tranquila, pero ¿por qué sólo estando contigo?, no lo sé pero tampoco
es que me importe mucho el saber. Me basta aceptar que te quiero.
Y te quiero porque has sido y creo, que seguirás siendo el único que ha
valorado tanto mis virtudes como mis defectos… que no ha salido huyendo, ni
reclamado mi mal, extraño y repulsivo comportamiento.
Siempre ves en mí lo bueno, me lo haces saber, y aguantas todas las
batallas que te doy como todo un guerrero, a veces con justa razón; la mayoría
no. Lo aprecio.
En tus ojos veo seguridad, ME MATAN los hombres seguros, con metas en la vida, con ganas de triunfar,
listos, preparados y lo más importante, con actitud por eso y muchas otras
cosas más: Me matas tú.
A veces llego al punto de sentirme algo “enamorada” aunque sólo sea
momentáneo, pero sentirlo de esa manera, ya es mucho, y para mí, demasiado
extraño.
No siempre te quiero, soy de ganas, soy de estímulos y en ocasiones no
me mantienes motivada, resulta ser que me olvidas, es cuando vuelvo a caer en
cuenta de que tú no me amas, ni pensarás en ello pero ¿sabes?, a mí sí me
resultaría fácil hacerlo.
Podría seguir escribiéndote, pero siento que no concluiré nada, no
puedo, no eres mío y como lo nuestro no ha acabado ni tampoco seguido, no sé
cómo terminar esto, así que sólo me despido, te quiero a pesar de que has
cambiado conmigo y sin importar que ya no
seas el mismo…el presente no cambiará el
pasado y es por eso que siempre estaré agradecida contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario