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martes, 9 de agosto de 2016


Te veo y es como si te conociera de toda la vida, sí, sé que suena demasiado cliché y qué, es exactamente como en realidad me pasa.

Calmas mis emociones, las acentúas, vaya, las equilibras, y es bonito sentirse tranquila, pero ¿por qué sólo estando contigo?, no lo sé pero tampoco es que me importe mucho el saber. Me basta aceptar que te quiero.

Y te quiero porque has sido y creo, que seguirás siendo el único que ha valorado tanto mis virtudes como mis defectos… que no ha salido huyendo, ni reclamado mi mal, extraño y repulsivo  comportamiento.

Siempre ves en mí lo bueno, me lo haces saber, y aguantas todas las batallas que te doy como todo un guerrero, a veces con justa razón; la mayoría no. Lo aprecio.

En tus ojos veo seguridad, ME MATAN los hombres seguros,  con metas en la vida, con ganas de triunfar, listos, preparados y lo más importante, con actitud por eso y muchas otras cosas más: Me matas tú.

A veces llego al punto de sentirme algo “enamorada” aunque sólo sea momentáneo, pero sentirlo de esa manera, ya es mucho, y para mí, demasiado extraño.

No siempre te quiero, soy de ganas, soy de estímulos y en ocasiones no me mantienes motivada, resulta ser que me olvidas, es cuando vuelvo a caer en cuenta de que tú no me amas, ni pensarás en ello pero ¿sabes?, a mí sí me resultaría fácil hacerlo.

Podría seguir escribiéndote, pero siento que no concluiré nada, no puedo, no eres mío y como lo nuestro no ha acabado ni tampoco seguido, no sé cómo terminar esto, así que sólo me despido, te quiero a pesar de que has cambiado conmigo y sin importar que  ya no seas  el mismo…el presente no cambiará el pasado y es por eso que siempre estaré agradecida contigo. 

-Mapachita







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