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lunes, 18 de diciembre de 2017

Noche de terror.
Parte IV. (parte I: AQUÍ parte II: AQUÍ parte III: AQUÍ)
Continuación:

Asustadiza pegué un brinco de mi cama, no podía ver nada pero sí escuchar la puerta intentándose abrir por la fuerza, me quedé sin saber qué hacer, tenía miedo de enfrentarme a tal situación, de pronto, el ruido dejó de escucharse y pasó a un silencio absoluto. Eso me llenó de dudas inquietantes, ¿quién habría sido?, ¿entrará a casa?, ¿se estará tomando un descanso o simplemente se ha marchado? ¡Qué incertidumbre! Vibró mi celular que se encontraba como de costumbre en el buró.

Sabía que era él quien me acababa de mandar ese mensaje, no quise acercarme a leerlo, tenía miedo, entonces entró una llamada, mi recámara tomó un ligero tono de lucidez mientras el celular sonaba y al voltear hacia la ventana noté como una sombra pasó por el lado de afuera, mis ojos se llenaron de lágrimas, intentaría entrar, pensé me asesinaría, quizá había llegado mi momento para decirle adiós a la vida, pero, ¿por qué yo?, ¿por qué razón? No podía imaginarme a algún conocido capaz de semejante atrocidad. Llamar a emergencias era la idea perfecta mas no pude puesto que la puerta se abrió de golpe y no la principal sino la de mi dormitorio, por lo que supe en ese momento que la otra ya la había abierto mas no había entrado por alguna razón prefirió esperar, tal vez el mensaje y la llamada era para aterrorizarme, eso le excitaría más seguramente al enfermo quien había estado molestándome por días.

La oscuridad no me permitía verle la cara, no podía distinguir sus facciones, solo su sombra, sentía que se acercaba a mí y yo inmóvil sin poderme desplazar hacia un lugar seguro, no podía huir de él, lo peor de todo que no podía observarle del todo.

De repente dejé de percibir su sombra, no sabía dónde se había posicionado, estaba aterrorizada, sollozando de pánico, detrás sentí como su respiración se aceleraba y disminuía, su energía hacía contraste con la mía, en eso, decidida corrí hacia la puerta buscando una salida a la terrorífica situación en la que me encontraba junto a ese demente, pero me sujetó del cabello paralizándome para que no escapara de sus manos las cuales jalaban mis cabellos y mi brazo izquierdo.

Me arrastró hacia la cama aventándome desinteresadamente, caí boca abajo con ganas de levantarme y correr; pero inerte físicamente. Sus manos se deslizaron por mis piernas mientras mi bata de dormir empezaban a cubrir sus manos, mi piel se estremecía y mi mente se destrozaba al pensar lo que estaba por suceder, quizá, el abuso sexual sería algo mínimo, morir era lo que podría seguir. Su mano giró un poco al llegar justo a mis bragas y con su índice y dedo anular dio círculos sobre mi clítoris pero aún con la ropa interior puesta, pude notar cómo me estremecí más, jadeaba en mis oídos y era inquietante escucharle.

De pronto, sus dedos bajaron mis calzoncillos, pasaron segundos sin que hiciera algo, entonces abrió un poco más mis piernas, lo percibí acercándose a mis nalgas y la humedad de su lengua me sorprendió al introducirla en mi ano, después ya no fue su lengua si no su dedo pulgar, gemí por la extraña sensación y contraje mis músculos como señal de miedo y rechazo, se retiró de mis partes íntimas y del cabello hizo que me pusiera de rodillas dándole la espalda todavía, me deshizo de la bata que traía, dejándome solo con una blusa que portaba sin sostén alguno. Lamió por completo mi vulva, pegándome de nalgadas y más jalones de cabello, mis quejidos no le molestaban tanto ya que cada vez lo hacía con mayor fuerza.

Me dijo “No te muevas, espera, no demoraré”, se bajó de la cama y supe que se quitaba la ropa porque era evidente el sonido que generaba al caer sus prendas al suelo. Se acercó nuevamente, olfateó mis genitales dejando escurrir su saliva sobre ellos, fue así como sucedió lo que tenía que pasar conforme a sus objetivos de esa noche. Me penetró precipitadamente, grité de dolor, siguió haciéndolo con ferocidad, sus ruidos parecían bramidos, me sujetó del cuello inhibiendo mi respiración y me observaba fijamente, solo veía un poco de brillo en su mirada, pasó a taparme la boca mientras seguía penetrándome virilmente. Una luz de un automóvil al pasar hizo vislumbra su rostro, haciendo énfasis en esos ojos llenos de ira, agridulce placer y odio. Lo más preocupante era que no conocí su cara, jamás lo había visto, lo que hacía de la noche algo más aterrador, no conocía sus intenciones, no sabía de dónde carajos había salido ni por qué me había elegido.
Volvió la oscuridad y el sexo siguió, la vagina me ardía y no podía pedirle que dejara de hacerlo porque seguía tapándome la boca además de haberlo podido hacer, hubiera ignorado mi petición. Pero, llegó el punto en que por fin paró, respiré mejor, en mi mente di gracias de poder descansar de mis partes íntimas las cuales estaban adoloridas pero no creía que fuera todo lo que iba a acontecer. Me colocó boca arriba para morder mis pezones, el dolor explotaba en mi mente para mal, realmente era doloroso y sé que lo hacía con ese motivo, el de verme sufrir. Bajó a mi vientre mordiendo parte por parte hasta alejarse de mi piel para concentrarse en su miembro, lo llevó hacia mi boca haciendo que entrara por completo, sentía atragantarme provocándome náuseas, me decía con voz grave que lo tragara todo o lo iba lamentar, lo medio succioné y recordé aquel sueño donde me lo ponía frente a mi cara, y ahora estaba sucediendo pero sin poder verlo.
Me masturbó unos momentos y se embriagó de mi vulva, surgió un leve placer, mi clítoris se hallaba hinchado y mis pezones erectos. Se acercó para besarme los labios de la boca dejando ir su lengua hasta querer tocar mi garganta, para ese momento me penetró muy fuerte que grité terminándome en gemido” ¿Te gusta mi amor?”, preguntó jadeando. Hice caso omiso, prosiguió a embestirme sin delicadeza alguna y me besaba donde alcanzara; cuello, labios, hombros, nariz, él lo estaba disfrutando demasiado, eso pudo generarme excitación, mordí sus brazos en forma de jugueteo y empezó a golpearme la cara hasta que mi nariz sangró, en mi rostro había lágrimas, sangre escurriendo y qué mejor forma de terminar para él que eyaculándome la cara. Su cálido semen inundaba cada poro buscando unirse al sangrado ya provocado, mantuve mis ojos cerrados y no sé cómo pero caí en un sueño profundo, al despertar él ya no estaba, me levanté, encendí la luz y vi que sobre la cama había un sobre y esta vez sí se alcanzaba a ver que venía firmado…

-Mapachita

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