Estaba ahí, sonrojado mientras le seducía, era obvio el deseo que por él sentía, ya le había notado antes, sus ojos brillaban, sus manos eran grandes y ya imaginarán lo que en mi mente se alborotaba; un manjar de sucios pensamientos, quería follarle más de un par de veces.
Y cuando le tenía cerca, pasé mis
manos por su lindo y seco cabello, suavemente para hacerlo en una forma de
seducción, pasé mi dedo por sus labios, abriéndoselos ligeramente, sé que él
ardía como yo también lo hacía. Solo me miraba fijamente sin decir nada, sonreí
para hacerle saber lo que buscaba pero seguía ahí, serio, inmóvil y tuve que
seguir incitándole.
Me excitas, le susurré al oído y
su corazón palpitaba aún más fuerte. De repente, me sujetó el brazo, me atrajo
hacia él y me plantó un beso, de esos con demasiada saliva y una feroz fuerza,
dejó de hacerlo y solté un gemido.
Estaba ya humedeciéndome, le pasé
mi lengua por su cuello hasta llegar a la barrera que hacían los botones de su
camisa, los desabroché apresuradamente y
mi lengua seguía un largo camino hacia sus pantaloncillos los cuales bajé para
embriagarme de su ser, disfruté hacerle
sexo oral, su miembro era de un tamaño perfecto y me fasciné de lo suave de su
glande, quería devorarle. Subí nuevamente para encontrarme con sus ojos, me
quitó la blusa y después el sujetador, dejó mis pechos al aire libre, mis
pezones se encontraban duros, los acarició descontroladamente, los chupó y
mordió, yo gemía y gritaba, me excitaba y dolía.
Vestía una falda, de esas cortas
que les encanta a los chicos pervertidos. Su mano entró por debajo haciéndome
las bragas a un lado para meterme sus dedos, yo ya mojaba y sentía demasiado
placer el que me masturbara, me besaba hundiéndome toda su lengua en mi boca, y
yo no dejaba de gemir, joder ¡Cómo me encanta!.
Saco lentamente sus dedos de mi
vagina, me dio la vuelta para empinarme sobre el buró que había en ese viejo cuarto,
alzó mi falda, bajó mi ropa interior y sin pensarla dos veces, me penetró con
demasiada euforia ¿imaginan mis ruidos de placer?, el aún debe recordarlos; sus
manos sujetaban mis pechos que no paraban de moverse por esa brutalidad en su
ritmo de follarme, sacó su pene de mi vagina y pasó después a introducírmelo
analmente, grité fuerte cuando entró por primera vez, grité un poco menos en
las siguientes veces, el dolor disminuía para convertirse en una rica y
deliciosa sensación, al pasar los minutos terminó en mi ano, cansado, agotado,
sudando y yo encantada de habérmelo tirado pues como ya les decía, ya le traía
demasiadas ganas aunque era novio de mi mejor amiga.
-Mapachita
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