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jueves, 1 de septiembre de 2016


Estaba ahí, sonrojado mientras le seducía, era obvio el deseo que por él sentía, ya le había notado antes, sus ojos brillaban, sus manos eran grandes y ya imaginarán lo que en mi mente se alborotaba; un manjar de sucios pensamientos, quería follarle más de un par de veces.
Y cuando le tenía cerca, pasé mis manos por su lindo y seco cabello, suavemente para hacerlo en una forma de seducción, pasé mi dedo por sus labios, abriéndoselos ligeramente, sé que él ardía como yo también lo hacía. Solo me miraba fijamente sin decir nada, sonreí para hacerle saber lo que buscaba pero seguía ahí, serio, inmóvil y tuve que seguir incitándole.
Me excitas, le susurré al oído y su corazón palpitaba aún más fuerte. De repente, me sujetó el brazo, me atrajo hacia él y me plantó un beso, de esos con demasiada saliva y una feroz fuerza, dejó de hacerlo y solté un gemido.
Estaba ya humedeciéndome, le pasé mi lengua por su cuello hasta llegar a la barrera que hacían los botones de su camisa,  los desabroché apresuradamente y mi lengua seguía un largo camino hacia sus pantaloncillos los cuales bajé para embriagarme de su ser,  disfruté hacerle sexo oral, su miembro era de un tamaño perfecto y me fasciné de lo suave de su glande, quería devorarle. Subí nuevamente para encontrarme con sus ojos, me quitó la blusa y después el sujetador, dejó mis pechos al aire libre, mis pezones se encontraban duros, los acarició descontroladamente, los chupó y mordió, yo gemía y gritaba, me excitaba y dolía.
Vestía una falda, de esas cortas que les encanta a los chicos pervertidos. Su mano entró por debajo haciéndome las bragas a un lado para meterme sus dedos, yo ya mojaba y sentía demasiado placer el que me masturbara, me besaba hundiéndome toda su lengua en mi boca, y yo no dejaba de gemir, joder ¡Cómo me encanta!.

Saco lentamente sus dedos de mi vagina, me dio la vuelta para empinarme sobre el buró que había en ese viejo cuarto, alzó mi falda, bajó mi ropa interior y sin pensarla dos veces, me penetró con demasiada euforia ¿imaginan mis ruidos de placer?, el aún debe recordarlos; sus manos sujetaban mis pechos que no paraban de moverse por esa brutalidad en su ritmo de follarme, sacó su pene de mi vagina y pasó después a introducírmelo analmente, grité fuerte cuando entró por primera vez, grité un poco menos en las siguientes veces, el dolor disminuía para convertirse en una rica y deliciosa sensación, al pasar los minutos terminó en mi ano, cansado, agotado, sudando y yo encantada de habérmelo tirado pues como ya les decía, ya le traía demasiadas ganas aunque era novio de mi mejor amiga.  

-Mapachita

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