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miércoles, 11 de enero de 2017

Bajo el agua y entre el vapor…

Lo conocí un mes de Abril, no se me da mucho el recordar con exactitud los detalles ni las fechas pero sé que fue en ese mes. Su mirada me hacía sentir mucho, me inspiraba a derribarlo sobre mi sofá para besarlo como con nadie lo había hecho, su cuerpo era hermoso, su cara muy limpia, sus manos perfectas para las mías, su voz, su voz era hipnotizante. ¡Carajo!, era lo que siempre había deseado pero no había tenido y ahora lo tenía, justo conmigo, nos hicimos inseparables, nos contábamos todo, salíamos a comer y me encantaba escucharlo, no sabía qué era el amor pero lo empezaba a sentir cada día más cercano.

Me asustaba el pensamiento de que se iría lejos de mí, de no verlo nunca más, de que me hiciera falta y por consiguiente lo empezara a extrañar, no quería que eso pasara, lo necesitaba a mi lado. Porque sus besos eran los mejores, sus caricias me tranquilizaban, sus reclamos hacían de nuestra relación algo más interesante y más estrecha. Los celos le daban sentido a sus palabras de “Te Quiero”. Me gustaban sus arranques de locura, misma que hacía que terminara abrazándome pidiéndome disculpas, lo perdonaba porque le entendía, yo también le temía al hecho de perdernos para no regresar nunca. Es difícil terminar algo sin sentirse preparados y queriendo aún a la persona de tu lado.

Pero estábamos juntos era lo importante, tardó la hora de que consumáramos nuestro amor, fue bonito más no recuerdo bien. Estábamos bebiendo y él comenzó por besar mis hombros que estaban descubiertos, los escalofríos elevaban mis ganas de que su cuerpo cubriera por completo el mío, me subió el vestido, acariciaba mis muslos de una forma muy tierna, bajó a besarlos y lamerlos también, su lengua cada vez se deslizaba más hacia mi vulva, quizá sobria no estaría preparada pero con el alcohol en mi cuerpo, se hacían más visibles mis ganas. Jadeaba de excitación, sus labios se encontraron con los míos y su saliva hacía de mis genitales un océano de placer y fuertes oleadas de contracciones. Mis senos se interpusieron entre sus manos al mi piel querer recorrer.

El resto lo han de deducir, sí, hicimos de nuestro amor una guerra sin ropa, sin prejuicios, sin dudarlo, solo dejándonos llevar por los deseos de nuestra anatomía, nos mirábamos fijamente y era perfecto sentirnos tan apegados, poseernos por primera vez, la hora había llegado y nos dejamos ir en ese fogoso encuentro del cual jamás me arrepentiría, al menos no en ese momento.

Recuerdo estar echada sobre la cama mirando hacia arriba, él solo descansaba, tranquilamente dormía, me cuestionaba si habría hecho bien las cosas o me había dejado llevar fácilmente, pero ya daba igual, lo hecho hecho estaba, ¿Lo quería? Por supuesto que sí, yo lo hacía. Entonces no había nada por lo cual cuestionarme mucho menos lo hubo cuando me quedé mirándolo y empecé a sentir cosas más fuertes de las cuales ya sentía, no me quedaba ninguna duda, lo volvería hacer hasta otras miles de veces, era adorable, me motivaba a seguir viva.


Al paso del tiempo las cosas fueron cambiando, él se mostraba más agresivo, sus celos aumentaban drásticamente, sus reproches ya no entraban del todo en mi entendimiento ni en mi comprensión. A decir verdad, me tenía harta pero el sexo era bueno, eso había mejorado impresionantemente. Y enojado, su agresión en el acto me hacía explotar en múltiples orgasmos, su fuerza hacía de mis piernas, brazos, hombros, un espasmo.

Me dejaba adolorida pero era mayor el dolor emocional, el cambio en su personalidad me afectaba porque jamás te lo esperas ¿Cómo puede cambiar tan rápido una persona?, y por qué serlo así conmigo si se suponía, nos queríamos. En fin, después de hablarlo tanto, pudo darse cuenta de su mal comportamiento, no estaba teniendo las cosas fáciles, tenía problemas dentro y fuera de su familia y decía desquitarse a culpa de ello con lo  que más quería, es decir, conmigo.

Se notó el cambio a favor, nos veíamos casi a diario, volvíamos a ser los de antes, quizá hasta más unidos. Los detalles siempre estaban presentes, el romance nos mantenía idiotizados pero enamorados si es que no es lo mismo. Un día de invierno me invitó a pasar una noche en su casa, no habría nadie más que solo él y dependiendo de mi aceptación, podríamos ser dos. Pasó por mí a las seis de la tarde, hacía demasiado frío.

Quise evitar los jeans así que busqué unas medias negras y las combiné con un suéter largo sin la necesidad de ajustarme un sostén, tomé lo primordial para echarlo al bolso. Llegamos a su casa, la cual era cálida y pasé a tirarme sobre la cama, se recostó a mi lado, me miraba fijamente, notaba que quería decirme algo, se acercó para comer mi boca, sus manos se hundieron en mis ropas, subieron por debajo de mi suéter para rozar sus dedos con mis pezones, estaban helados y pudo notar el frío que me iba ocasionando. Se posicionó sobre mí quitando el cabello sobre mi cara, acariciaba mis piernas sobre las medias pero sin quitarlas.

Me desnudó por completo, sus labios recorrían los costados de mis senos, la sensación era indescriptible, mordía mis senos al mismo tiempo que su pene golpeaba mi pelvis, lo hacía cada vez más fuerte que mi clítoris se llenaba de sangre, listo para dejar ir tensiones y darle paso a los placeres. Bendito deleite.

Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando dejó de moverse para adelantarse y bajar su pantalón, desembocar su grueso y suave pene e introducírmelo en la boca, mi lengua y saliva lo humedecieron, lo metía y sacaba cuantas veces quiso hacerlo. Me atragantaba por su feroz intensidad más no le era problema las arqueadas provocadas. Lo veía y su cara concentrada iluminada por placer me era suficiente para seguir comiendo de él, me enamoraba lo que veía y me gustaba lo que saboreaba, me encantaba todo de él. Unos le llaman amor, yo le llamo adicción o droga.

Bajó a succionar mi clítoris que premeditadamente estaba ya hinchado, inyectaba mi vagina con sus dedos y mi cuerpo se meneaba en sintonía de su estimulamiento. Nuevamente sentía que estaba  próxima al clímax y paró, se levantó y caminó hacia el baño, regresó pero dejó salir el agua de la regadera; pidió que lo acompañase a tomar una ducha caliente. Respondí con un Sí.

Nos metimos a tomar un baño, el agua realmente estaba hirviendo lo cual me produce demasiada relajación, él masajeaba mis hombros, recorría con sus yemas mi espalda hasta llegar a mis nalgas, las masajeaba, se hincó para besarlas y lamer mi ano al mismo tiempo que me masturbaba, gemía de tanto goce que ya la quería dentro. Se puso de pie y comenzó a penetrarme desde atrás, sentí su empuje contra la pared que tenía en frente y ahí mismo coloqué las manos y levanté mi trasero para facilitar el acto. Lo estaba haciendo demasiado rápido tomándome por la cintura, me sujetó del cabello y me retrocedió hacia él, mi nuca estaba pegada  a su pecho y sus dedos rodeaban mi cuello, lo apretaba más y más fuerte, sus ruidos guturales me hacían saber que estaba a punto de eyacular, entonces empecé por contraer mi vagina y en un par de segundos supe que había terminado, se vino dentro de mí lo cual me prendió excesivamente pero fue en eso que le oí mencionar una sucia y corta frase llamándome por otro nombre.

No se percató del error que acababa de cometer pero yo sí, entonces empecé a comprender ciertas cosas, me di cuenta que me engañaba y que a causa de ello sus actitudes comenzaron por ser muy diferentes a lo que al principio eran.

Y fue así como bajo el agua y entre el vapor lo dejé ir de mi vida al darme cuenta que no era solo yo, no éramos solo dos, que vivía en un engaño, que no había amor, sino solo traición, alguien muy listo y alguien muy tonta, una estúpida como yo.


     
                                                                                                                                                                -Mapachita

6 comentarios:

  1. Sabes tus relatos cada vez son mejores y creo que cada vez es más difícil central ar las emociones en nuestros pantalones, sigue escribiendo esas cosas que nos hacen perder el control... Debo mencionar que me encantaría tener una mujer como tu en mi vida, cuídate y saludos hermosa.

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    1. Es bueno tenerte como lector porque mediante tus comentarios generas en mí motivación, te lo agradezco, y si quieres opinar sobre qué relatos te gustaría, adelante, házmelo saber, saludos y un abrazo.

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    2. Sabes me encanta que te tomes el tiempo de responder, seria bueno que relatará tu primera experiencia en el sexo rudo, por wue te llamo la atención y por que Muchas veces te llaman la atención los hombres mayores, seria interesante conocer tu punto de vista y concuerdo con el amigo anónimo sería más sexy tener una foto tuya, te voy a confesar que fantaseo con tus senos, no se por que pero me llaman mucho la atención (a todos supongo) besos y lindo domingo, te haré saber de más ideas para tus relatos ...

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  2. Me encanta, me excita con una foto tuya estaría mas que perfecta ja ja,has mejorado yo si compraba tus libros, saludos

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