Soy Mario y mi novia se llama Sofía, ambos teníamos 18
años y les contaré una de mis experiencias que tuve a lado de ella.
Era una tarde
lluviosa, habíamos ido a comer, nos perdimos por un callejón para hacer
guarradas sin que nadie nos viera, le metí la mano bajo su blusa, noté como sus
pezones estaban levantados por las gotas de la lluvia, los pellizqué con la
intención de que sintiera rico y lamió mis labios, provocándome, mi pantalón
estaba que estallaba por el bombeo de sangre. A lo lejos se veía un automóvil
moviéndose sigilosamente, venía por el callejón donde nos encontrábamos
comportándonos como lo que éramos, unos adolescentes deseosos de placer. Nos
asustamos y preferimos caminar como si estuviéramos de paso, se emparejó el
auto con nosotros, bajaron de él dos hombres para subirnos, ataron nuestras
manos y taparon nuestros ojos, estábamos asustados, quizá era un secuestro que
terminaría en asesinato, no podíamos saber exactamente lo que estaba por
suceder, Sofía lloraba y uno de los hombres al parecer la calló con un golpe ya
que se escuchó un fuerte sonido, no dije nada, no tenía palabras qué decir, era
más el miedo que tenía que el desear defendernos de ellos, además ¿Cómo?, si
nos tenían inmóviles. Era imposible. Nos bajaron y metieron en un cuarto, el
polvo entraba por mis fosas nasales, estornudé un par de veces mientras Sofía
lloraba y tosía. Le dije que se relajara, que todo estaría bien, en eso llegó
un hombre y me quitó la venda que me habían colocado sobre los ojos, la
habitación contaba con una cama desordenada, una silla, baño y ropa tirada
sobre el suelo color oscuro. Los pechos de mi novia se transparentaban, me dio
pendiente que el hombre los notara y quisiera hacerle daño, él lucía como de
unos 50 años, ni delgado ni obeso, no era muy atractivo y olía a cigarro, no
cuestioné nada, llegó otro señor el cual sí era gordo y su expresión era de una
persona muy agresiva. Se le acercó a Sofía y la sentó en la cama mientras el
otro hombre me sentaba en la silla para disponerse a atarme los pies, podía ver
todo pero mi novia seguía vendada suplicando por su libertad. El obeso señor le
levantó la blusa y acarició su sostén negro, apretaba con lujuria sus pechos y
reía en tono de perversión, ella gritaba pidiéndole la dejara en paz, le colocó
una mordaza y la recostó, pasó las yemas de sus dedos por los pezones que los
tenía ya de fuera y endurecieron aún más, me provocó celos, seguramente lo
estaba disfrutando porque de otra manera no tendría sus pezones erectos, sus
dedos bajaban por su ombligo llegando al botón de su pantalón, lo desabrochó y bajó
colocándolo sobre el suelo, hizo a un lado su ropa interior y le metió dos
dedos, Sofía gimió a la vez que sus lágrimas se le escurrían sobre la cara, el
señor dejó de fuera su pene e inició un sexo muy rudo, la estaba penetrando con
una fuerza aterradora al mismo tiempo en que apretaba sus senos y le golpeaba
la cara, su nariz sangraba por las nasales. El hombre que estaba a mi lado me
cuestionó si me gustaba lo que estaba viendo pero lo ignoré, seguí observando,
parecía ser irreal, no estaba del todo seguro. Dejó de hacerle daño y el otro
hombre se acercó a mi chica quien se veía destrozada tanto física como
mentalmente. Le acomodó la venda que cegaban sus grandes ojos, mi novia
manoteaba y la cogía por las manos con fuerza pues había logrado zafarse de lo
que le mantenía las manos atadas, le dio la vuelta quedando Sofía bocabajo y él
ya desnudo le metió el pene en su ano a la vez que la controlaba desde los
brazos pegados a la espalda, el anal le
generó gran dolor, sus gritos eran horribles y no sé cómo fue posible que
empecé por excitarme, el verla con otro hombre realmente estaba aumentando mis
ganas de masturbarme, empecé por verla distinto, como jamás imaginé, pensando en
que ella lo estaba disfrutando demasiado concediéndome el deseo de verla tener
sexo con otros hombres muy ajenos a mí. Mi
mente ya no estaba en blanco, ahora la sangre fluía con mayor fuerza y mi pene
alcanzando su máxima erección. La seguía penetrando analmente y Sofía ya tenía
la garganta desgastada por tanto gritar, le saco el pene y pasó a eyacularle sobre
las nalgas, estaban enrojecidas por la fuerza en que la estuvo tomando. El otro
no estaba aún satisfecho, colocó su miembro en la boca de ella metiéndosela
hasta el fondo, así estuvo un pequeño lapso hasta venirse, el semen le escurría
entre las comisuras de la boca, su cara hacía gestos de gran disgusto. Mi
excitación era tanta que deseaba me chupara la mía y montarla sin darle
importancia a que ya estaba agotada y sin fuerza alguna, pero eso me ponía más.
Quería también golpearla todas las veces suficientes para lograr un orgasmo a
sabiendas de que era yo quien tenía el control sobre ella.
Al final de la
noche, le dejaron caer gotas de cera quemándole la piel, cortaron su cabello
además de que siguieron golpeándola y para joder ambos la orinaron, su cuerpo
estaba deshecho, marcado, jodido, realmente hecho mierda. No pidieron rescate
alguno, sólo buscaban cumplir sus fantasías por lo que nos dejaron libres,
claro, bajo amenaza. No lo sé, pero fue la mejor noche de mi vida.
-Mapachita
Ese Mario es un pillin....jos
ResponderEliminarJaJa ay Aa...
EliminarDe veras es un lokisho. Saludos guapa ....jos
ResponderEliminarLOCO jaja
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