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domingo, 26 de marzo de 2017

Soy Mario y mi novia se llama Sofía, ambos teníamos 18 años y les contaré una de mis experiencias que tuve a lado de ella.

Era una tarde lluviosa, habíamos ido a comer, nos perdimos por un callejón para hacer guarradas sin que nadie nos viera, le metí la mano bajo su blusa, noté como sus pezones estaban levantados por las gotas de la lluvia, los pellizqué con la intención de que sintiera rico y lamió mis labios, provocándome, mi pantalón estaba que estallaba por el bombeo de sangre. A lo lejos se veía un automóvil moviéndose sigilosamente, venía por el callejón donde nos encontrábamos comportándonos como lo que éramos, unos adolescentes deseosos de placer. Nos asustamos y preferimos caminar como si estuviéramos de paso, se emparejó el auto con nosotros, bajaron de él dos hombres para subirnos, ataron nuestras manos y taparon nuestros ojos, estábamos asustados, quizá era un secuestro que terminaría en asesinato, no podíamos saber exactamente lo que estaba por suceder, Sofía lloraba y uno de los hombres al parecer la calló con un golpe ya que se escuchó un fuerte sonido, no dije nada, no tenía palabras qué decir, era más el miedo que tenía que el desear defendernos de ellos, además ¿Cómo?, si nos tenían inmóviles. Era imposible. Nos bajaron y metieron en un cuarto, el polvo entraba por mis fosas nasales, estornudé un par de veces mientras Sofía lloraba y tosía. Le dije que se relajara, que todo estaría bien, en eso llegó un hombre y me quitó la venda que me habían colocado sobre los ojos, la habitación contaba con una cama desordenada, una silla, baño y ropa tirada sobre el suelo color oscuro. Los pechos de mi novia se transparentaban, me dio pendiente que el hombre los notara y quisiera hacerle daño, él lucía como de unos 50 años, ni delgado ni obeso, no era muy atractivo y olía a cigarro, no cuestioné nada, llegó otro señor el cual sí era gordo y su expresión era de una persona muy agresiva. Se le acercó a Sofía y la sentó en la cama mientras el otro hombre me sentaba en la silla para disponerse a atarme los pies, podía ver todo pero mi novia seguía vendada suplicando por su libertad. El obeso señor le levantó la blusa y acarició su sostén negro, apretaba con lujuria sus pechos y reía en tono de perversión, ella gritaba pidiéndole la dejara en paz, le colocó una mordaza y la recostó, pasó las yemas de sus dedos por los pezones que los tenía ya de fuera y endurecieron aún más, me provocó celos, seguramente lo estaba disfrutando porque de otra manera no tendría sus pezones erectos, sus dedos bajaban por su ombligo llegando al botón de su pantalón, lo desabrochó y bajó colocándolo sobre el suelo, hizo a un lado su ropa interior y le metió dos dedos, Sofía gimió a la vez que sus lágrimas se le escurrían sobre la cara, el señor dejó de fuera su pene e inició un sexo muy rudo, la estaba penetrando con una fuerza aterradora al mismo tiempo en que apretaba sus senos y le golpeaba la cara, su nariz sangraba por las nasales. El hombre que estaba a mi lado me cuestionó si me gustaba lo que estaba viendo pero lo ignoré, seguí observando, parecía ser irreal, no estaba del todo seguro. Dejó de hacerle daño y el otro hombre se acercó a mi chica quien se veía destrozada tanto física como mentalmente. Le acomodó la venda que cegaban sus grandes ojos, mi novia manoteaba y la cogía por las manos con fuerza pues había logrado zafarse de lo que le mantenía las manos atadas, le dio la vuelta quedando Sofía bocabajo y él ya desnudo le metió el pene en su ano a la vez que la controlaba desde los brazos pegados a la espalda, el anal  le generó gran dolor, sus gritos eran horribles y no sé cómo fue posible que empecé por excitarme, el verla con otro hombre realmente estaba aumentando mis ganas de masturbarme, empecé por verla distinto, como jamás imaginé, pensando en que ella lo estaba disfrutando demasiado concediéndome el deseo de verla tener sexo con otros hombres muy ajenos a mí.  Mi mente ya no estaba en blanco, ahora la sangre fluía con mayor fuerza y mi pene alcanzando su máxima erección. La seguía penetrando analmente y Sofía ya tenía la garganta desgastada por tanto gritar, le saco el pene y pasó a eyacularle sobre las nalgas, estaban enrojecidas por la fuerza en que la estuvo tomando. El otro no estaba aún satisfecho, colocó su miembro en la boca de ella metiéndosela hasta el fondo, así estuvo un pequeño lapso hasta venirse, el semen le escurría entre las comisuras de la boca, su cara hacía gestos de gran disgusto. Mi excitación era tanta que deseaba me chupara la mía y montarla sin darle importancia a que ya estaba agotada y sin fuerza alguna, pero eso me ponía más. Quería también golpearla todas las veces suficientes para lograr un orgasmo a sabiendas de que era yo quien tenía el control sobre ella.

Al final de la noche, le dejaron caer gotas de cera quemándole la piel, cortaron su cabello además de que siguieron golpeándola y para joder ambos la orinaron, su cuerpo estaba deshecho, marcado, jodido, realmente hecho mierda. No pidieron rescate alguno, sólo buscaban cumplir sus fantasías por lo que nos dejaron libres, claro, bajo amenaza. No lo sé, pero fue la mejor noche de mi vida.

-Mapachita 

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